Contraluz

Cuando la mirada se detiene
tras haber mirado tanto
el mar incumple su palabra.
También el viento.

Todo hallazgo es arena
blanqueando playas en paisajes inéditos;
no comprenden inviernos.

Parece un pliegue de lienzo agotado.




Alejandro Keller, Postales de Sobremesa

Había estado yendo...

Había estado yendo a la biblioteca todos los días inmerso en una ebriedad explosiva. Todos los cráteres en la calle, los paredones atestados de gentes que se han prendido sobre otras, las mujeres excitadas mirando todas hacia un mismo lado, los he estado haciendo yo. La sangre es sólida, es íntimamente mineral y toma todo el cuerpo en sus diferentes cruces. Te empuja las piernas, mueve los músculos principales y las articulaciones, va hundiendo el motor que lleva, en la carne poli estimulable de los acontecimientos. He comenzado a estimularla, hasta hace unas horas no le he dado descanso, estuvimos penetrándonos como caballos enloquecidos: puesto que la estimulaba, ella me oprimía dentro de ella misma las salidas calientes de aire, su fluido comenzó a subir y me llegó hasta el cuello, se me hundió en la boca e hizo afuera y adentro de mi varias pilas de edificios humanos íntegramente líquidos, unos corriendo lejos de mi y de mi constelación, otros integrándose al nuevo sistema sanguíneo con el que nos sacudimos como unos desesperados. La carne de los acontecimientos y yo. Estamos haciendo volar al corazón de los motores. Luego llegué a casa de ***** y me desplomé, me hundí muerto de sed en la familia y las cosas que se tocan. Tengo raptos de hipnotismo; puedo llegar a acabar libros enteros en una sola noche; si dejo de hablar, el cerebro empieza a desplazarse por las aberturas preparadas, y me resbala por la garganta hasta un punto poderoso para empujarme hacia los acontecimientos otra vez; y allí duerme mi cuerpo, es en donde siempre me vigilan. ***** se fue al trabajo y me dejó solo; en estos momentos tengo a la criatura amarrada, enloquecida de placer destrozando todo el cuarto. Todos los cráteres en la calle, los paredones atestados de gente junta, a las mujeres que miran todas hacia un mismo lado las he hecho yo. Ahora estoy desentendido de ellas, no deben importarme ni aunque me importaran, puesto que lo que importa son los cálculos proporcionales, la ortografía, y las leyes indispensables de lo administrativo. Como las criaturas aquí y allá babean, el cerebro escala mi garganta y se mete de nuevo en el cuarto y asesina a los caballos, apaga las luces, educa a las bestias en la reflexión y el sentido cristiano; a ellas se les seca la boca, y se mueren. Las mujeres excitadas han vuelto a sus obligaciones, y mueren. Ahora el mundo se dispone para mi y soy capaz de interrumpir cualquier manifestación súbita que provenga del centro, he controlado a todo aquel que sea yo, lo he sometido en la impertinencia aquí en el centro solar.
Tengo que dejar de escribir.

Diego De Ávila
Diarios

Introducción

Como cualquiera que haya quedado seco sabe, la embriaguez es absorbente. Bebamos, y que se nos tenga que decir constantemente SI TOMA NO MANEJE. Nosotros borrachos y ellos, SI TOMA NO MANEJE. Ellos borrachos y nosotros, SI TOMA NO MANEJE. El pedo borracho y el manejo conduciéndose.

Después de mucho obrar, escribo, no por haberme inspirado, ni porque la embriaguez haya puesto en marcha flujos fértiles. NO ESCRIBO PARA NO ESCRIBIR
Es hora de que alguien enmudezca entre las voces.

Escribo para blog, cuando me aseguro de no tener sangre con que mojarte. Puedo babear, pero no enaltecer las obras que colgamos en tu profunda facha, las que pusimos en tus volátiles entrañas: están arriba de mis dominios.
Babeo embriagado, y vomito el exceso de mí que producís. Que estos espamos te derrumben y nos humectes al caer, para que hidratadas, nuestras manos te dirijan al licor licuado más leve que el aire.

Hágase: una frase como ésta. Digamos que la memoria es vida, que todos digan, una sola vez, que la memoria es vida; que algunos lo recuerden y otros lo olviden. Que los que lo recuerdan pinten, que hagan blogs; que los que lo olvidan hagan blogs y pinten.
Entonces, digamos que el olvido es vida. Olvidémoslo, pero que algunos lo recordemos.


No me van a decir después que la memoria no es vida.


No me van a decir que no lo es el olvido.

El día cayó...

El día cayó como una piedra que despertó en los perros el hambre por la cacería. Me encuentro abrazándome al plexo antiguo de la edad primitiva, de la lactancia gris sobre los pechos verdes del hombre, echado a un árbol, en la ramificación. La edad hosca ha empezado, seguida de un barullo inagotable que ha rebotado por distintos golpes para entrar por un lado del mundo y salir del otro; estamos haciendo terribles esfuerzos para sobrevivir, escuchen bien: estamos incorporándonos entre nosotros. Vamos por la orilla terrestre permitida recolectando cuerpos y partes que nos faltan: encontramos brazos, manos bellísimas que nunca han tocado un hacha, hondas narinas mojadas arrastradas lejos del océano, ojos enterrados aquí desde el fin del siglo. Nos estamos acabando, estamos generando cuerpo, escúchenme: vamos camino a la compresión total. El rastro de pelos sigue cosechándose entre la vegetación, los abre una gestación mecánica, desde un vientre congestionado de matrices públicas que gritan sin respiración posible, un hambre monstruosa de inventiva. Pare la tierra, como una madre violada a la que le intervinieron sus verdaderos hijos, una capa de pelos enloquecida que está puesta en el mundo para buscar aliento, y búsqueda, y más búsqueda; cuando aparecen debajo de los mares y pueblan las casas y los establecimientos orgánicos de las enfermedades, también, al mismo tiempo y casi en idéntico volumen, chorrean por las canillas de los baños de Maldonado, se meten en las camas en que yo dormía, en los progenitores, me buscan en los sitios y en los cuerpos en donde quedó mi olor, agarrotado incluso en otra gente que se ha tendido vacía sobre los yacimientos universales, gente que jamás he conocido, víctimas ocasionales, objetos atrofiados en mis respiraderos. Las mitocondrias estimuladas los despistan, pero andan cerca de mi... Hemos llegado a la unión del ser perfecto, concluimos la selección: brazos, torsos, ojos, gargantas, dientes y encías encontradas en la mutilación general de los restos que han ido a parar al campo; ahora adentro de los bosques somos la representación de lo bello, armados con los pedazos más memorables de los hombres somos ahora uno solo: bajo el rasgo hermoso, la calamidad hermosa, el núcleo poderoso de la célula humana: empujamos toda la tierra hacia el alud final, porque no lo olviden, no lo olviden, estamos hablando de los últimos estados de la regeneración.
Estoy corriendo, exhausto, desorientado por completo. Ya no sé dónde esconderme. Mueran sin acordarse de mi, húndanse en las trampas, no me encuentren. Pero encuéntrenme por lo que más quieran, no se vayan a olvidar de mí. Yo amo.
Resbalé del cuerpo hermoso de mis hermanos, se desprendieron mis células intactas para dejarme solo. Quiero que me atrapen, que no me dejen piernas, que me lleven junto a ti desesperadamente: yo mismo arrastraré a los perros por todo el infierno para verte pronto, para volcarme en tu cuerpo acuático y desaparecer. En ti no hay bosque que me esconda, porque en tu amor yo desaparezco. La mujer que amo es el único alud final. Los hombres que han construido el cuerpo hermoso y me han echado de su unidad dejándome resbalar hasta los perros serán cazados, están perdidos, se han equivocado de manifestación. La mujer que amo es el único y verdadero alud final. Me enterraré con ella, en donde nuestras transpiraciones y jadeos comenzarán a gestar el nuevo olor genital de la Tierra. Estoy desesperado, pero no lo estoy. Estoy siendo cazado, pero estoy cazando fuerzas, piolas, piedras enormes para arrastrarme y atravesar las inundaciones, porque podré llegar a vos incluso después de la avalancha, arderán las furias congeladas de una nueva era glacial, caminaré en su nieve los milenios necesarios, piso tras piso de los innumerables planetas blancos que deberán seguir. Sentado en la extinción del viejo mundo aguardaré los deshielos; cobijado en la calurosa idea de ti llegarás, verdadera Madre Tierra; sobre los olvidados perros, sobre los cazadores, introducidos en la implosión total del mundo explotaremos el citoplasma inicial. Si escondo mi cuerpo me hundo hacia ti; si escapo corro hacia ti; hacia el verano vegetal del fuego; hacia el único perfume que respiro; el que huelo en las mañanas cuando los perros huyen.


Diego de Ávila
Diarios

ak, Darkness and light

Música de Amiina
Video de Alejandro Keller

ak, 104 trees

Video y música de Alejandro Keller

Poseía esa rara virtud de enlazar con venas otros cuerpos, y comer, a través del mío, la rica pulpa del dolor de los demás corazones... Porque estaba engendrando un cuerpo y me desangraba, desde la nada, hacia él. Era solo anhelo, anhelo puro, del que yo soy la realización, la muerte.

Sebastián Acosta y Lara