Censuran a Derrida y Heidegger



Los sitio jacquesderrida.com.ar y heideggeriana.com.ar fueron cerrados y su fundador, Horacio Potel, enfrenta un juicio que puede llevarlo a prisión, por parte de La Cámara Argentina del Libro.

Martin Heidegger y Jaques Derrida son, salvando la distancia entre ellos, autores relevantes de la filosofía, parte constituyente de lo que podríamos llamar la textura del pensamiento contemporáneo. Cualquiera que los haya leído probablemente reconocerá la importancia de estos autores, en este sentido: pensar ciertos problemas sin conocerlos es querer inventar la pólvora, independientemente de los puntos que se tengan a favor o en contra de sus obras. Como ustedes saben, este blog boga porque cada uno invente la pólvora, pero para hacer explosivos como los de estos filósofos, la mayoría de mortales no tenemos la capacidad ni el tiempo.

Los sitios de Potel contenían una concienzuda selección de textos de los autores y sobre ellos, con ediciones únicas o raras en castellano. La calidad del contenido y su disposición era equiparable al de otro de los sitios de Potel: Nietzsche en castellano. No podemos sino quererlo, es decir, desearle libertad como a nosotros mismos.

La primera protesta contra los sitios fue el grosero acto de una editorial francesa, en desmedro de centenas de miles de lectores que consultaban el material periódicamente. La acusación judicial, en un mundo donde en efecto la economía sobrepasa la jurisprudencia, equivale a anteponer el interés específico de una empresa al de la educación y el pensamiento mismo. La propiedad intelectual y sus facilidades no son suficiente excusa para alimentar la ignorancia, en especial tratándose de autores que en ningún caso habrían respaldado la imbécil demanda sino, con Platón, la mayor difusión posible del saber.

Censurar los análisis sobre la ideología y el poder, aún indirectamente, entorpece el desarrollo de un juicio que, por su parte, procura devolvernos a la acción positiva y la constitución conciente de nuestro entorno. En tiempos en que la inercia y el azar del sistema tienden a arrastrar el devenir social con independencia de criterios humanos, políticos, conceptuales, ese entorpecimiento es nefasto.

Hay que suspender el imperio de la productividad para algo más que sutituírlo por la hegemonía del capricho.

Para leer una investigación más extensa del caso, de CopySouth:

http://www.kent.ac.uk/law/copysouth/es/horacio_potel_es.htm


Ceronocero

1 comentario:

GISOFANIA dijo...

Comparto el estupor y la indignación.
En Argentina hay muchos que no aprenden a tener vergüenza, a rasgarse las vestiduras ante los auténticos escándalos. Así nos va...