Cuando la mirada se detiene
tras haber mirado tanto
el mar incumple su palabra.
También el viento.
Todo hallazgo es arena
blanqueando playas en paisajes inéditos;
no comprenden inviernos.
Parece un pliegue de lienzo agotado.
Contraluz
Había estado yendo...
Tengo que dejar de escribir.
Introducción
Como cualquiera que haya quedado seco sabe, la embriaguez es absorbente. Bebamos, y que se nos tenga que decir constantemente SI TOMA NO MANEJE. Nosotros borrachos y ellos, SI TOMA NO MANEJE. Ellos borrachos y nosotros, SI TOMA NO MANEJE. El pedo borracho y el manejo conduciéndose.
Después de mucho obrar, escribo, no por haberme inspirado, ni porque la embriaguez haya puesto en marcha flujos fértiles. NO ESCRIBO PARA NO ESCRIBIR
Es hora de que alguien enmudezca entre las voces.
Escribo para blog, cuando me aseguro de no tener sangre con que mojarte. Puedo babear, pero no enaltecer las obras que colgamos en tu profunda facha, las que pusimos en tus volátiles entrañas: están arriba de mis dominios.
Babeo embriagado, y vomito el exceso de mí que producís. Que estos espamos te derrumben y nos humectes al caer, para que hidratadas, nuestras manos te dirijan al licor licuado más leve que el aire.
Hágase: una frase como ésta. Digamos que la memoria es vida, que todos digan, una sola vez, que la memoria es vida; que algunos lo recuerden y otros lo olviden. Que los que lo recuerdan pinten, que hagan blogs; que los que lo olvidan hagan blogs y pinten.
Entonces, digamos que el olvido es vida. Olvidémoslo, pero que algunos lo recordemos.
El día cayó...
Estoy corriendo, exhausto, desorientado por completo. Ya no sé dónde esconderme. Mueran sin acordarse de mi, húndanse en las trampas, no me encuentren. Pero encuéntrenme por lo que más quieran, no se vayan a olvidar de mí. Yo amo.
Resbalé del cuerpo hermoso de mis hermanos, se desprendieron mis células intactas para dejarme solo. Quiero que me atrapen, que no me dejen piernas, que me lleven junto a ti desesperadamente: yo mismo arrastraré a los perros por todo el infierno para verte pronto, para volcarme en tu cuerpo acuático y desaparecer. En ti no hay bosque que me esconda, porque en tu amor yo desaparezco. La mujer que amo es el único alud final. Los hombres que han construido el cuerpo hermoso y me han echado de su unidad dejándome resbalar hasta los perros serán cazados, están perdidos, se han equivocado de manifestación. La mujer que amo es el único y verdadero alud final. Me enterraré con ella, en donde nuestras transpiraciones y jadeos comenzarán a gestar el nuevo olor genital de la Tierra. Estoy desesperado, pero no lo estoy. Estoy siendo cazado, pero estoy cazando fuerzas, piolas, piedras enormes para arrastrarme y atravesar las inundaciones, porque podré llegar a vos incluso después de la avalancha, arderán las furias congeladas de una nueva era glacial, caminaré en su nieve los milenios necesarios, piso tras piso de los innumerables planetas blancos que deberán seguir. Sentado en la extinción del viejo mundo aguardaré los deshielos; cobijado en la calurosa idea de ti llegarás, verdadera Madre Tierra; sobre los olvidados perros, sobre los cazadores, introducidos en la implosión total del mundo explotaremos el citoplasma inicial. Si escondo mi cuerpo me hundo hacia ti; si escapo corro hacia ti; hacia el verano vegetal del fuego; hacia el único perfume que respiro; el que huelo en las mañanas cuando los perros huyen.
Poseía esa rara virtud de enlazar con venas otros cuerpos, y comer, a través del mío, la rica pulpa del dolor de los demás corazones... Porque estaba engendrando un cuerpo y me desangraba, desde la nada, hacia él. Era solo anhelo, anhelo puro, del que yo soy la realización, la muerte.